Editorial

 

Está por llegar a su fin la Jornada Electoral y la Partidocracia aún no logra recuperar la fe ni la credibilidad de la sociedad.

 

Tal como atinadamente, lo advirtieron politólogos y expertos en los procesos electorales, los comicios de primero de julio de este año, están siendo, y progresivamente, el proceso electoral más complicado; se complicarán más aún por diversos factores entre los que se destaca la profunda desconfianza que la ciudadanía y la población en general, tiene sobre los partidos políticos y los grupos directivos que los manejan y deciden sus proyectos de acción. A grado tal es la desconfianza de la ciudadanía, que el decaimiento de la partidocracia, se refleja plenamente en los actos colectivos que han venido realizando, a través de la precampaña y que se extiende, en la misma situación al iniciarse propiamente la campaña electoral.

La medida de esta lamentable situación, dentro de la incipiente democracia que se práctiva en el país, es claramente negativa: los precandidatos y ahora candidatos de los partidos políticos, se integraron en tres alianzas, a saber:

La integrada por el PAN en extraña alianza con el partido antagónico el PRD y MC; la que integra el PRI - partido considerado como el más corrupto en sus procedimientos - con Nueva Alianza y el Partivo Verde y Morena con Partido Encuentro Social.

Como puede verse, los dirigentes políticos, hicieron a un lado los principios ideológicos para dar cause a una especie de alianza que los especialistas, consideran es un modus operandi que se ensaya en México, pues nunca antes, se logró una buena combinación cuando se mezclan el agua con el aceite. El grado de moralidad, de seriedad y de posibilidades de éxito, son escasísimos, en cualquiera de las fórmulas que resulte triunfante, porque los principios fundamentales e ideológicos han sido olvidados para dar preferencia a las ambiciones de poder sin importar los conceptos morales y de la buena política que deben perservarse.

Cada una de estas alianzas, sostiene las candidaturas, en el primer caso de Ricardo Anaya; en el segundo, de José Antonio Meade Kuribreña, y en el tercer caso, la nueva organización registrada por su propio candidato: Andrés Manuel López Obrador; al menos hasta el momento, no dan muestras de tener preferencia por la resolución a futuro, de los problemas que padece el país. No hay en realidad una programación completa de ideales, aspiraciones y propósitos en ninguna de las tres alianzas. En los días por venir, la multitud de los conflictos que aumentaran en las autoridades del Instituto Nacional Electoral, pondrá al descubierto estas afirmaciones.

Lo que en el proceso electoral del 2006 y 2012, fue destacado, es que tuvo como objetivo impedir la llegada de López Obrador al poder de la presidencia mexicana, pero en este caso, lo que sucede, es una disputa que no ofrece claras posiciones de cada uno de los grupos participantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A lo que fue antes, una campaña del PRI y de los gobiernos, como dicen los cursis "emanados de la Revolución" hoy se suma, una guerra de declaraciones mediáticas, que en las pantallas de los hogares mexicanos, no sólo no logran convencer a la ciudadanía de sus programas, sino tambiñen, como la ha denunciado el panista Ricardo Anaya, "Una guerra" de la que él afirma es en su contra, propiciada por el actual presidente de la República Enrique Peña Nieto.

Lo más grave de esta situación, según advierten los opinantes especializados, es que las campañas terminen siendo, como decían los antiguos "un rosario de Amozoc"; cuando no, una inexplicable rivalidad que amenace la seguridad no sólo de los políticos, sino de términos generales de muchos hombres y mujeres de la población que son totalmente ajenos a las graves rivalidades a que se está llegando por este camino a la sucesión presidencial.

El proceso electoral, como está programado, empieza realmente a partir del 30 del presente mes, y es de esperarse, que en lo que ya podría denominarse: plena campaña preelectoral, los diversos partidos, sus programadores y en particular los candidatos, corrijam el horror de olvidar análisis ante la ciudadanía sobre los múltiples problemas que desde hace muchos años padece el país.

No hay duda de que tal situación, destaca el alto porcentaje de pobres que padecen todas las calamidades de un país como el nuestro que sufre crisis económica y scial, que la actuación de los políticos y, la política misma, debieran analizar y declarar los propósitos que se tienen para resolverlos. Nos referimos claro, en primer término, al anotado conflicto de la pobreza; pero no es menos, atender el problema de la corrupción a que se ha conducido a los diversos sectores de la nación que ha desatado la violencia y las vendetas entre los diferentes grupos que hacen y practican los programas para resolver repetimos, la pobresa, la corrupción y con esta la impunidad que han menguado los derechos del buen vivir de las grandes masas de la población.

Buenaventura tendremos los mexicanos, si se modifica la simple ambición del poder para enriquecerse y se sustituye por programas encaminados a dar solución no de manera terminante a estos viejos males que lastiman la situación del más alto porcentaje de la población.

 

 

 

 

 

 

 


 

 

Volver al inicio >>

 

ALFAInformativa es una publicación mensual. ©TODOS LOS DERECHOS RESEVADOS


Desarrollado por Interartis S.A. de C.V. © 2006